miércoles, 3 de febrero de 2010

el corazón delator

no oía sus latidos aunque sabia que estaba ahí, no sabría decir cuanto tiempo le quedaba, porque el sonido rítmico que salia de su pecho se había ido reduciendo poco a poco hasta convertirse en un murmullo ahogado. Pero esa no era su preocupación principal en esos momento porque separado por apenas unos milímetros de madera se hallaban una orda de zombis que nunca hubiera podido crear su imaginación.

Tenia que encontrar una salida, aunque supiera que no le serviría por mucho porque esos seres salidos del mismísimo infierno le perseguirían hasta su locura, para después dejar esparcidos sus restos en un campo abandonado.

Pero también sabia que era culpa suya por no haber salido a tiempo, por esperarse a ver si las cosas mejoraban, pero sus absurdas ilusiones de rompieron en el mismo momento en el que una mano rascaba su puerta en busca de su carne todavía tierna.

Ruidosos pero efectivos los muertos vivientes, intentaban forzar el obstáculo que les impedia llegar hasta su objetivo, habían intentado de todo: morder, gemir, golpear partes de su cuerpo contra la astillada madera, pero eso no había solucionado su problema posicional (ellos querían estar dentro).

pero como pasa en la mayoría de las historias los finales no son felices y esta vez se comieron a alguien y no fue una perdiz.