martes, 4 de octubre de 2011

La noche del sueño

Quedaba una hora para el amanecer y el bosque dormía, los arboles parecían temerosos de hacer algún ruido, por si despertaban a sus invitados, que habían llegado una noche como esta y llevaban un mes emplazados en el pequeño claro ocultado por los Rustios o abetos enanos que crecían en el borde de dicho claro, también el trabajo de los seres que habían allí acampado habían contribuido a la opacidad del terreno.

Surte,se movía lo mas lento que su torpe cuerpo le permitía, cada paso que avanzaba, a el le parecía como el sonido de un cuerno en el valle de Tral comparado con el silencio del ambiente, aun así merecía la pena cada vez que se acordaba cual iba a ser su recompensa se le hacia la boca agua, así que siguió impulsado por la gula a través de la tienda que era de pequeñas dimensiones,pero en esta ocasión parecía una carpa de circo.

Un sonido hizo que se quedara quieto y con cuidado giro la cabeza hacia el espacio que ocupaban sus padres que era la fuente del ruido, aliviado vio que solo era su madre que se había cambiado de postura mientras farfullaba algo en el idioma de los sueños, aunque sabia que eso era la previa para que se despertase porque algo la impulsaba ha hacerlo, Surte no sabia que poder tenia su madre para saber siempre que se metía en un lío, pero siempre que lo hacia su madre andaba cerca para regañarle y protegerle al mismo tiempo, algo vergonzoso si lo practicaba delante de los pocos amigos de la tribu que tenia,(y lo hacia), así que con todo el impulso que pudo darle a las piernas sin que ello supusiera un ruido excesivo salio de la tienda.

Fuera todavía se notaba el frió de las ultimas horas de la noche, el silencio cubría el campamento como un pesado manto que podía llegar a asfixiar, y al joven se le debilito la determinación con la que había ideado el plan esa misma noche, aunque ya había hecho esa excursión una vez cada semana, cuando salia de su hogar siempre le envolvía esa sensación diciendo que aquello no estaba bien, pero como todas la veces anteriores se encamino hacia la parte mas oscura del claro, sabiendo que los guardianes estarían aun medio dormidos y no le oirían.

Sabia eso por dos razones, la primera era porque las anteriores pasaba lo mismo, y la segunda era porque su padre los había despertado para el cambio de turno hacia una media hora, por su condición de señor del amanecer. Por muy honorable que pareciera ese puesto por su nombre era todo lo contrario, el titulo se le ponía a que los que infringían gravemente las leyes de la tribu se les ahorcaba al amanecer, pero debido a la persecución de la tribu ya no se ejecutaba a nadie, solo se les obligaba a vigilar el campamento el turno de noche, a parte de ser excluidos socialmente.

Una de las ventajas de ser hijo del Señor del amanecer, es que al forzarles a poner a parte su tienda de las del resto, le dejaba mas libertad de movimientos, y por esa razón el protagonista del relato se encaminaba hacia el sendero que le llevaría a otro claro mas pequeño, en el que una pequeña planta que crecía en el centro del mismo era su destino.

A la mayoría de la gente a la que le preguntases te diría que esa planta no serviría ni para quemarla pues desprendía un olor fétido, y su fruto era lo mas amargo que había al oeste de esas tierras, pero la mayoría no sabían lo que Surte sabia, y que volvería a contemplar otra ver maravillado la mayor transformación que había visto en su vida.

Llego al borde del claro y se detuvo en un arbusto a hacer su necesidades matinales, que a parte de aliviarle le proporcionaría un elemento de distracción para los animales que vivían en el bosque, cuando terminó se dirigió al otro lado y espero mirando al cielo , viendo como la pequeña Kuu palidecía en el infinito universo dejando paso a uno de los tres soles que la sustitución durante las siguientes 14 horas,y eso es lo que quería ver como el primer sol acariciaba la planta y hacia que cambiase un poco de color, pero en ese momento no debía coger el fruto porque todavía estaría demasiado amargo,tres días con la lengua como un esparto lo atestiguaban, debía ser paciente y esperar al segundo sol al que hacia que la planta se tornase de un color rojo fuego, y que solo duraría 10 minutos hasta que el tercero alcanzase a sus hermanos, ese era el punto justo en el que debía acercarse a la planta y atiborrarse, todo lo que pudiera de el fruto que en vez de estar amargo se volvía mas dulce que cualquier postre del mejor ágape.

Y así lo hizo se atiborro todo lo que pudo y después de esos 10 minutos con la barriga ya llena retornó hacia su tienda, tenia que hacerlo deprisa porque en poco tiempo todo el poblado estaría levantado y eso le complicaría bastante las cosas, así que esta vez si corrió todo lo que pudo hasta llegar al camino que desembocaba en el poblado, pero antes de llegar vio que las cosas no iban bien, vio fuego salir por encima de las copas de los arboles cosa que estaba prohibida, así que desdeñando toda cautela se lanzo a la carrera hacia el claro, reafirmando así su peores temores, el poblado estaba en llamas y unos elfos silvanos hacían que se avivara mas, mientras atacaban a su tribu.