jueves, 2 de septiembre de 2010

La canción de la luna perdida.

El primer amanecer de Tíana podría hacer enloquecer a cualquiera que no estuviera acostumbrado, las flores de su extensos campos bañada por unos rayos de color turquesa, procedentes de Sep el astro solar principal de Tíana, que es el primero de los tres soles en salir dejando su cálido abrazo en las tierras de Corván que es la primera que lo ve.

El segundo amanecer es a cargo de Torin el siguiente y mas pequeño de los tres dioses astro. Su luz se aprecia en los lagos y en los bosques volviendo mas clara la luz, tanto que si miras directamente tu reflejo en el aguante en esos momentos podrían perder la visión durante un corto periodo de tiempo.

El tercero y ultimo en aparecer es Ólia, que aparece pocos minutos después que Torin y es el que regula totalmente la luz, para que cualquier ojo pueda ver perfectamente la inconfundible belleza de esas tierras.




Todo el mundo que estuviese presente en este amanecer quedaría absorto en su perfección, pero desde hace tiempo un hombre, un antigua caballero no veía ese amanecer, puesto que su corazón estaba envuelto en las tinieblas, su músculo vital se había convertido en piedra y ningún sentimiento podía penetrar en el.

Antaño este caballero, era el ideal de cualquier libro de caballería, sus dotes de jinete eran inmejorables, su destreza con la espada era legendaria y su arrojo y valor para salvar a las indefensas (a veces no tanto) princesas enclaustradas en unos castillos en lo alto de una colina, por capricho de sus progenitores, por la predicción de una charlatana con manos y cerebro hábiles para engañar a los reyes que las quisieran escuchar.

Siempre era igual, presentarse ante un sufrido rey entonar las palabras correctas para hacer que vieran en el su única esperanza, ir al castillo situado en lo alto de la colina mas alta situada entre otras seis que la rodeaban, negociar con un Dragón (la mayoría no lo eran de verdad puesto que mantener un dragón era muy caro y la muchos dignatarios utilizaba Psecos, parecidos a los dragones pero la mitad de su tamaño e inteligencia)o acabar con el si dichas negociaciones no acaban en buen puerto. Subir a la torre mas alta de las siete torres y en el séptimo piso, liberar a la princesa encerrada con un beso y llevarla ante sus padres para luego abandonarla e irse con el dinero.

Alguna vez disfrutaba del placer de un duelo al atardecer (todos los soles se ponen al mismo tiempo) que por supuesto ganaba con facilidad, y la mayoría de veces tenia la benevolencia de dejar con vida a su adversario, para mostrarse piadoso ante el mundo y que los dioses perdonaran algunos de sus pecados.


Pero en una de esas torres perdidas en un reino con un nombre impronunciable, con la coraza desgarrada por las uñas de un autentico dragón, dio el protocolario beso a la princesa enjaulada, pero esa vez tuvo una sensación diferente como si sus heridas no existieran , como si la belleza del amanecer de Tíana se hubiera reducido a la hermosura de un orco.

Ella curó su heridas, y el se enamoró de ella, no existía nada mas en ese mundo que su princesa, y ella lo sabia pero no pronunciaba palabra solo curaba su heridas y los miraba tiernamente como si el mundo estuviese alojado en el iris del su interlocutor visual.



Un DIA , un día del que el caballero nunca podrá olvidarse, abrió los ojos y ella había desaparecido, solo quedaba una habitación vacía con el dentro, y en eso se convirtió su vida, por mucho que la buscó por todos los parajes posibles, no la encontraba, se negaba a aceptar mas trabajos y mucho menos a darla por perdida.


En sus siguientes duelos, perdió miserablemente, y aunque el oponente fue indulgente y lo dejó con vida el ya estaba muerto por dentro sin ningún ansia de seguir morando por ese mundo, así que decidió alistarse en los tercios del reino mas belicoso de todo el continente para así poder encontrar la muerte honorable en el frente de batalla.

Pero solo hacia que conquistar plazas y derribar baluartes, fue ascendiendo en su carrera militar pero hundiéndose mas aun en la miseria, pero lo que se hundió en su pecho en una de sus tantas batallas fue la punta de un espada que lo hirió de gravedad, pero tan mala fue su suerte que sobrevivió al contratiempo aunque con un brazo inutilizado debido a la falta de conexión de los músculos que lo hacían funcionar por el sesgo de la hoja.


Así que solo le quedó retirarse a la cueva mas oscura que encontró, hasta el fin de sus días, con el recuerdo de aquella torre de aquel reino donde dejó su corazón.



1 comentario:

Sekiz dijo...

Coño, cuántos tiempos.

Tan oscuro y metafórico como siempre. No tiene tanto valor lo que quiera que escondas detrás de las metáforas como las vueltas y nudos que describen tus palabras.

Lok'tar ogar.